lunes, 8 de abril de 2013

Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas. (Neruda)


Había llegado el momento. Cuando el reloj marcaba las dos en punto, todo su cuerpo en silencio se había escuchado. Nunca lo hizo en sus pretensiones, ni siquiera logró escapar de la rutina del caer de las primaveras, manantial que nunca deja de hacer ruido…solo un chisss  logra acertar con su ensoñamiento.
Déjame, no juegues más conmigo, esta vez en serio te lo digo…tuviste una oportunidad hahahaha y la dejaste escapar. Nadie canta, ella misma se sorprende de las voces que la guían, ella como una roca alcanza la puerta y no se detiene cuando observa que está sucia y descuidada. Ya no importa, podrá vivir sin que la perfección rompa su cansado insomnio.
Ya fuera, la noche sobre ella, apenas se detiene para revisar que su sombra no existe, es pura, cristalina y no reconoce de horas ni colores. Ya respirando encuentra un placer intenso al sentirse liberada, comienza a batir las manos en señal de victoria. Es imposible componer cuando la realidad es sofocante, espacios cerrados con un mundo y un  yo y un devenir retorciéndose en la palabra. Los cobijos a veces son migajas para componer historias, atmósferas de ángulos callados.
Pasa el viento, irremediablemente, cambiando de lugar las cosas, tiñendo de verdad a la mujer que está llena de primaveras, mezclando su concepción angustiante de la existencia con sus inquietudes y sus miedos.
Otros, más adultos, cuentan en otra dimensión sus superficies violentas.
Ella lo único que alcanzó hacer fue sentarse, con los ojos llenos de lágrimas y vacíos de juventud.
Serenamente pensó, entre el humo, que se había perdido.
Pero recordó..                                                            
Belber, no te quedes ahí en la búsqueda de las palabras.
Y con su pequeño equipaje comenzó la nada rutinaria sensación de perseguir un sueño.